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  Pieza: Caja de betel, Etnia Iatmul    
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Etnia Iatmul

En la zona del río Sepik, en Nueva Guinea septentrional, se halla un gran número de grupos y etnias que habitan la región desde hace cuarenta mil años. Es una de las más ricas en arte oceánico por la diversidad cultural de sus pueblos. La variedad artística de la zona del Sepik es notable. Destaca la perteneciente a los poblados de Abelam, Arapesh y Iatmul. En el área se encuentran como disciplinas recurrentes la escultura y la pintura, cuyas representaciones son básicamente humanas y animales, con estilos también muy diversos, yendo del naturalismo a la abstracción. Los objetos más frecuentes son tambores, escudos, armas, amuletos y máscaras; además de elementos ornamentales aplicados a la arquitectura, como postes esculpidos o fachadas pintadas. Toda esta diversidad impide agrupar el arte de esta región bajo un todo unitario. Así pues, creemos que la denominación conjunta de este arte bajo el epígrafe "de la cuenca del Sepik" se debe a consideraciones geográficas más que estilísticas. Sin embargo, el denominador común de estos pueblos es su visión ritual del cosmos y de la vida. Tanto las representaciones antropomórficas como las zoomorfas están vinculadas al mundo de los espíritus y los antepasados, por lo que los diseños no son ornamentales, sino que su función se acerca a lo sagrado. El ámbito del arte por excelencia es la Casa Tambarán, ya que es en ella donde se encuentran la mayor parte de las obras sepik. Su interior es un espacio secreto y sagrado donde se guardan los objetos que no se pueden ver (no pueden ser vistos ni por las mujeres ni por los no iniciados) y los artefactos sagrados que se incluyen en las ceremonias. Las Casas Tambarán están relacionadas con los ritos de iniciación y dan prestigio al clan.

 

El Betel

El betel era una planta muy consumida por estas etnias ya que tiene grandes propiedades narcóticas y estimulantes, que utilizaban durante sus rituales o bien para relajarse, y es extremadamente adictivo. Todavía hoy día se consume en el sudoeste asiático. Consumido en exceso pudre la raíz del diente, dando como resultado esas pintorescas dentaduras que tanto llaman nuestra atención en estos países.